1.239 personas duermen en las calles de Barcelona. Es el resultado de un recuento que hemos realizado la noche del 14 de mayo. Antes del estado de alarma se calculaba que unas 1.200 personas vivían al raso y, para poderlas confinar, el consistorio habilitó 620 plazas de emergencia. Las 1.239 personas que ahora hemos contabilizado visibilizan una situación muy grave en la capital catalana y una problemática que aumenta.

¿Cuántas personas viven en las calles de Barcelona en el contexto del estado de alarma por el covid-19? ¿Cuántas personas sin hogar no se han podido confinar en los recursos de emergencia públicos que se han habilitado? ¿El hecho que hayan cerrado comedores sociales y servicios de ducha y que hayan abierto otros ha provocado que las personas que viven en la calle se ubiquen de una manera diferente?

El pasado 14 de mayo por la noche organizamos un recuento que pretendía dimensionar la problemática y responder todas estas preguntas. El resultado es la cifra de 1.239 personas durmiendo al raso en la ciudad durante esa noche, un dato similar al del año pasado. Hay, sin embargo, un hecho diferencial que agrava la situación: en las últimas semanas se han abierto 620 plazas de emergencia a las cuales pueden acceder directamente las personas sin hogar en Barcelona, es decir, que hablaríamos de centenares de personas más en situación de calle que, en el contexto del estado de alarma, sí que se han podido resguardar en estos recursos temporales pero, aún así, el número de personas viviendo en calle ha aumentado.

El recuento del pasado jueves muestra solo la punta del iceberg de toda una realidad de exclusión en la ciudad de Barcelona y dimensiona una intuición: el decreto del estado de alarma y de confinamiento no solo ha hecho más visibles a las personas que viven al raso – porque nadie más paseaba por la calle durante las últimas semanas – sino que descubre que otras personas que tenían un techo han visto cómo sus hilos se han roto.

Los distritos de Ciutat Vella, Sants-Montjuïc, Eixample y Sant Martí acogen al 79% de las personas que viven en la calle. Ciutat Vella se mantiene como el distrito que acoge a más personas viviendo en la calle pero el número de personas ha disminuido en relación al año pasado; en Eixample también hemos encontrado a menos personas que en años anteriores. En Sants-Montjuïc y Sant Martí, el porcentaje de personas viviendo en la calle se ha incrementado y ahora acogen al 20% y 18%, respectivamente, de las personas que viven al raso en Barcelona.

Evolución de la cifra de personas sin hogar en Barcelona

El recuento ha sido posible gracias a la participación de más de 600 personas voluntarias que recorrieron las calles de la ciudad. La acción ha respetado las indicaciones y medidas de protección del covid-19 y se ha llevado a cabo con la aplicación móvil Arrels Localizador y promoviendo la coordinación y la formación telemática de todas las personas participantes.

Más plazas  para personas sin hogar pero más personas viviendo en la calle

El hecho de haber contabilizado a 1.239 personas durmiendo en la calle en Barcelona evidencia un aumento preocupante de la problemática. No se trata solamente de un aumento del número de personas que hemos localizado durmiendo directamente en la calle, sino que también hay que añadir a las personas que actualmente están confinadas en las 620 plazas de emergencia de acceso directo que el Ajuntament de Barcelona ha habilitado en los últimos dos meses con motivo del estado de alarma.

Desde Arrels nos preguntamos qué pasará con todas estas personas que ahora pernoctan en los recursos de emergencia cuando cierren. ¿Se quedarán en la calle? No tenemos acceso a las cifras municipales, pero sí que sabemos que muchas de las personas que ahora se resguardan en estos recursos antes no vivían en la calle sino en espacios como pensiones, habitaciones de realquiler, etc., que durante el estado de alarma han cerrado. Son personas víctimas de desahucios invisibles.

A Arrels llegan personas explicando que hace pocos días se han quedado en la calle y que no saben dónde ir a pedir ayuda y, especialmente durante las dos primeras semanas del estado de alarma, recibimos llamadas de personas angustiadas porque vivían en alojamientos inestables y, por primera vez, se veían abocadas a la calle y no sabían dónde ir porque tampoco tenían contacto con servicios sociales. A todas las estamos orientando hacia los recursos de emergencia habilitados por el consistorio.

Uno de los retos, ahora, es evitar que las personas que ocupan estas 620 plazas de emergencia y que están aguantando el confinamiento todas juntas – tengan que vivir en la calle cuando los recursos cierren y se desconfinen. Si esto pasa, la frustración de las personas aumentará y será mucho más difícil actuar, afirma Ferran Busquets, director de Arrels.

En este sentido, también nos preocupa la situación de las personas que siguen viviendo en la calle en una situación de tensión y con un sentimiento intensificado de exclusión. En los últimos dos meses, desde el equipo de calle y el centro abierto de Arrels hemos detectado que ha aumentado la necesidad de comer caliente; tener espacios donde pasar el rato, resguardarse y descansar; contar con información actualizada sobre recursos habilitados; y de sentirse seguras y menos solas.

Una oportunidad para repensar el modelo

La situación actual hace prever que, en un futuro inmediato, las entidades y los recursos que atendemos a personas sin hogar incrementaremos el número de personas atendidas porque a muchas personas se les están rompiendo los hilos. Y la buena voluntad de los servicios sociales no será suficiente para hacerle frente.

Desde Arrels, proponemos:

  • Vivienda más allá de los recursos de emergencia temporales. El sinhogarismo se tiene que abordar desde la perspectiva de los derechos y con el acceso a la vivienda como condición indispensable. Todas las administraciones – local, autonómica y estatal – deberían tener esta mirada, aprovechar al máximo sus competencias y trabajar de manera coordinada.
  • Adaptar los recursos a las personas e ir más allá de los albergues y centros masificados. Proponemos al Ayuntamiento de Barcelona habilitar espacios pequeños en todos los barrios de la ciudad, con un número reducido de plazas y que permitan a muchas personas dejar de dormir en la calle de forma rápida. Estos espacios deberían adaptarse a las necesidades de las personas, permitir el acceso con todas sus pertenencias y con animales y adaptarse a las necesidades de las personas con problemas de adicciones y/o problemas de salud mental.
  • Trabajar de manera coordinada y con urgencia con las administraciones. Instamos al gobierno de la Generalitat a aprobar e implementar la estrategia integral para el abordaje del sinhogarismo en Cataluña, creada el año 2017 pero que todavía no se ha impulsado. Contar con un plan de acción conjunta para abordar el sinhogarismo y prevenirlo debería ser una prioridad. En el ámbito estatal, también hay elaborada una estrategia contra el sinhogarismo que nunca se ha implementado y que no tiene presupuesto asignado. En este contexto, también pedimos a los municipios que atiendan a todas las personas que viven en la calle y colaboren entre ellos. No valen excusas ni culpabilizar a otras administraciones y municipios para dejar de atender a las personas. En el ámbito municipal, además, es necesario ir más allá de la atención al sinhogarismo desde los servicios sociales.

Desde que se decretó el estado de alarma, el equipo de calle de Arrels ha visitado a más de 250 personas que viven en la calle y que no han podido confinarse en ningún sitio, el centro abierto ha ofrecido servicios básicos a 350 personas y seguimos garantizando alojamiento estable a más de 200 personas. En este contexto, hemos activado dos proyectos nuevos: un nuevo equipo de calle de carácter asistencial que está llegando a 140 personas que duermen en Eixample, Sants y Ciutat Vella; y un servicio de orientación telefónica que ha atendido 140 llamadas de vecinos y vecinas preocupados y de personas afectadas por alguna situación de sinhogarismo.

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