Bancos individuales, bolas de hormigón, pinchos en el suelo, alféizares inclinados, barrotes… Son algunos ejemplos de arquitectura hostil que encontramos en las grandes ciudades y que suponen una vulneración de derechos para las personas sin hogar. Desde Arrels reivindicamos ciudades inclusivas y soluciones residenciales para que nadie tenga que dormir en la calle y te invitamos a visibilizar las barreras de tu entorno en las redes sociales y en este mapa colaborativo.

“Barrotes en los bancos del autobús, pinchos en el suelo, bancos individuales… ¿son la solución para no ver a las personas que duermen en la calle?”, se preguntaban hace unos meses algunas personas que conocemos y que han vivido en la calle. Desde Arrels creemos que estas barreras arquitectónicas no son la solución porque el problema no desaparece, únicamente se traslada; comportan dificultades añadidas para las personas y suponen una vulneración de derechos.

¿Cómo afectan a las personas que viven en la calle?

  • Dificultan el día a día. Vivir en la calle significa no tener un espacio seguro donde descansar, guardar tus cosas, disfrutar de la intimidad…. También significa tener que afrontar muchos riesgos día a día y las barreras arquitectónicas muchas veces comportan dificultades añadidas. Luís, que vive en la calle desde hace años, considera que son “horribles e incluso poco éticas”. Por otro lado, la ordenanza de civismo de Barcelona suma un obstáculo más y prohíbe “utilizar los bancos y los asientos públicos para usos diferentes a los cuales están destinados”.
  • Incrementan el estrés y la ansiedad. Cuando vives en la calle tienes que afrontar día a día el miedo, la inseguridad y la falta de descanso. Con estas barreras se suma también la sensación de que la sociedad te rechaza y el estrés de tener que encontrar un lugar nuevo y seguro donde dormir. “Para una persona que vive en la calle es desagradable a la vista (y al cuerpo) ver que ponen pinchos en el lugar donde duerme”, comenta una persona que conocemos.
  • Suponen una vulneración de derechos. Vivir en la calle significa tener que encontrar un espacio seguro donde poder resguardarte y sentirte protegido. Cuando estas barreras lo impiden, se están vulnerando muchos derechos de la persona. Un señor que conocemos, sin embargo, sigue durmiendo en el mismo portal donde lo ha estado haciendo durante los últimos siete años, aunque hace unos meses le pusieron unas jardineras para que no pudiera estirarse. Cuando la Guardia Urbana le llama la atención porque las piernas le quedan en medio del paso, él contesta: “Cortármelas si queréis y así no molestarán”.
  • Dificultan la localización por parte de los equipos de calle. Cuando una persona sin hogar se ve obligada a cambiar su sitio habitual se expone a perder el vínculo con los equipos de apoyo social que la visitan en la calle. Volver a localizar a la persona y restablecer el contacto puede suponer tiempo por la falta de vías de comunicación.
  • Criminalizan a las personas. Las personas no están en la calle porque quieren, sino porque no tienen un lugar donde vivir. Tampoco están en esta situación porque lo merezcan ni porque se lo hayan buscado. Estas barreras, además de incomodar y dificultar la vida en la calle, criminalizan a las personas más vulnerables.
  • No actúan sobre las causas. Las barreras arquitectónicas, más que ofrecer soluciones, desplazan los espacios de descanso e invisibilizan una problemática social. “Es una manera triste de entender el espacio público, expulsando a la gente que tiene problemas, en lugar de resolverlos”, dice una persona que ha vivido en la calle.

 

Y ¿qué proponemos desde Arrels?

  • Reivindicamos ciudades amables y comprometidas, con espacios públicos acogedores e inclusivos. “En lugar de poner pinchos, pilonas y más barreras para que una persona no pueda dormir en la calle, que pongan más albergues y recursos”, reclaman distintas personas que han vivido en la calle y que atendemos en Arrels.
  • Instamos a los partidos políticos a tener en cuenta a las personas sin hogar, a apostar por la vivienda, la prevención y las prestaciones dignas y a incluir soluciones al sinhogarismo en sus programas electorales.
  • Promovemos la sensibilización para romper prejuicios y explicar que las personas no duermen en bancos y portales porque quieren, sino porque sus vínculos se han roto y no tienen ningún otro sitio donde ir. Se tiene que tener en cuenta que salir de la calle es un proceso lento y que las soluciones no son a corto plazo.
  • Proponemos apostar por la mediación, hablar con la persona, no juzgarla, preguntarle qué necesita, pactar relaciones de convivencia, contactar con las organizaciones y servicios municipales de atención, orientarla hacia los recursos que puede utilizar…. Recomendamos no esperar al invierno porque vivir en la calle es duro durante todo el año y es necesario prever las situaciones de emergencia.
  • Pedimos la implicación de la ciudadanía para reclamar soluciones a las administraciones, ofrecer alquileres a precios asequibles a entidades sociales, sensibilizar al entorno y colaborar para hacer posible #nadiedurmiendoenlacalle. Según una encuesta a la ciudadanía impulsada por Arrels en 2016, el 75% de los barceloneses y barcelonesas consideran el sinhogarismo una problemática significativa y 4 de cada 5 creen que se tendrían que recuperar los derechos de las personas, porque vivir en la calle no es normal.
  • Os invitamos a visibilizar ejemplos que encontréis en vuestro entorno usando la etiqueta #arquitecturahostil en las redes sociales, publicando la fotografía y ubicación concreta en este mapa colaborativo o avisándonos a comunicacio@arrelsfundacio.org.

  • Reclamamos el acceso a una vivienda digna y estable con apoyo social para que las personas que duermen en la calle puedan recuperar sus derechos. Mientras se avanza en este sentido, proponemos abrir espacios pequeños, seguros y acogedores por toda la ciudad para que nadie tenga que dormir en la calle.

Lo que nos gustaría es que las personas sin hogar pudiesen hacer uso del espacio público como cualquier ciudadano o ciudadana y que, como sociedad, nos preocupemos para que todas las personas tengan una casa donde dormir por las noches. Estamos convencidos que conseguir #nadiedurmiendoenlacalle es posible, pero para ello son necesarias políticas de atención social y de vivienda dirigidas a las personas que viven en la calle y políticas de prevención para que nadie pierda su casa.

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