Salir de la cárcel y no tener un hogar donde vivir es un tipo de sinhogarismo invisible y desconocido. Según estudios internacionales, estar recluido en un centro penitenciario puede aumentar hasta diez veces las posibilidades de vivir situaciones de sinhogarismo. Para saber más sobre la cuestión, hemos colaborado en un Trabajo de Fin de Grado que profundiza en el efecto en las personas y que muestra que los recursos en Cataluña son insuficientes.

Algunas de las personas que viven o han vivido en la calle y que son conocidas por Arrels han estado en centros penitenciarios. Cuando se termina la condena, la mayoría de personas se encuentran sin un hogar donde ir, con una clara falta de acompañamiento institucional y con todas las dificultades que estar en prisión conlleva. Se trata de un tema poco estudiado en Cataluña, pero en otros lugares donde se han elaborado estudios cuantitativos se ha estimado que estar recluido en un centro penitenciario puede aumentar hasta 10 veces las posibilidades de vivir situaciones de sinhogarismo.

Este es el objetivo de De la cárcel a la calle. Un estudio sobre la relación entre la estancia en los centros penitenciarios y la vivencia de situaciones de sinhogarismo en Cataluña, un Trabajo de Fin de Grado elaborado por Julià Tudó, estudiante de Ciencias Políticas y de la Administración de la UPF, con el apoyo de Arrels. Mediante entrevistas a personas que han vivido en la calle y atendidas desde Arrels, y profesionales del sector, se ha analizado qué relación existe entre la estancia en prisión y la vivencia de situaciones de sinhogarismo en Cataluña.

La investigación ha permitido llegar a las siguientes conclusiones:

    • Cuanto más larga es la condena, más desconexión. Las condenas más largas generan una desconexión con el ‘mundo real’, dificultando en muchas ocasiones el acceso a una vivienda al salir. Cuando se pierden los lazos familiares, el trabajo y las habilidades sociales es muy difícil poder encontrar un hogar digno. Después de pasar años encerrada, el proceso de reincorporación para la persona puede ser muy complicado si no se cuenta con un apoyo. Alfredo, una de las personas entrevistadas en el estudio, comparte su experiencia: “Estar en la cárcel es como entrar en una nevera, tú te quedas como entraste, en esa fecha. Pero claro, el mundo va muy rápido; yo salí y no sabía cómo pagar el metro. Cuando sales te das el batacazo, quien te respetaba antes ya no está”.
    • Muchas condenas son evitables. En muchas ocasiones, las penas son por delitos menores, como por impago de multas. Teniendo en cuenta que la estancia en prisión aumenta el riesgo de sinhogarismo, se ve reforzada la idea de que hay que pensar en penas alternativas a la prisión para delitos menores.
    • La presión afecta la salud. Muchas de las personas entrevistadas destacan que el paso por la cárcel les ha afectado la salud, tanto física como psicológicamente. Estar encerrado en una celda gran parte del día y vivir una angustia constante deja consecuencias graves que dificultan poder buscar una vivienda digna al salir. Como explica Sergio, otra de las personas entrevistadas en la investigación, “la cárcel me ha afectado a la salud, sobre todo a la mental”.
    • Las personas sin documentación lo tienen más difícil. Las personas en situación de irregularidad administrativa viven una situación especialmente complicada. El hecho de tener antecedentes delictivos hace que no puedan regularizar la situación. Asimismo, el no poder tener documentación hace que tengan que recurrir, en muchas ocasiones, a actividades de riesgo o ilegales. De esa forma, se produce un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
    • Las mujeres que viven esta realidad se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad. Tanto en la cárcel como viviendo en la calle hay menos mujeres que hombres, a pesar de estar mucho más presentes en otras formas de sinhogarismo. Sin embargo, las mujeres que han estado en un centro penitenciario y posteriormente han dormido en la calle se encuentran en una situación de enorme vulnerabilidad. Además, los recursos pensados para ellas son muchos menos. “Las mujeres estamos más expuestas al peligro… Cuando dormía en un cajero, me cerraba… Y al ser una chica, más de uno me picaba a la puerta…”, relata un mujer entrevistada en la investigación.
    • Sin una red familiar es muy complicado salir adelante. Al salir de la cárcel, tener una red social y familiar es imprescindible para poder conectar de nuevo en la sociedad. Cuando esta es inexistente, es muy complicado acceder a un hogar digno y a un apoyo suficiente.
    • Los recursos específicos son insuficientes. Según un mapeo realizado durante la investigación, las plazas habitacionales específicas para personas que han estado en centros penitenciarios y que no tienen un hogar no llegan al centenar en toda Cataluña. Teniendo en cuenta que cerca del 67% de las personas presas no tiene un hogar al salir, según datos del Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada la Generalidad de Cataluña, se puede afirmar que los recursos actuales son completamente insuficientes.

En este sentido, existe también una falta de acompañamiento postpenitenciario, especialmente en cuanto a la vivienda; los recursos residenciales existentes están en manos de fundaciones privadas y la política de reinserción está enfocada al mundo laboral, obviando el residencial.

 

Propuestas para evitar  tener que vivir en la calle

La investigación De la cárcel a la calle. Un estudio sobre la relación entre la estancia en los centros penitenciarios y la vivencia de situaciones de sinhogarismo en Cataluña pone de manifiesto que se necesita más intervención pública dirigida a estas personas y un incremento en los recursos destinados a resolver esta problemática.

El hecho de estar recluido en un centro no debería dificultar acceder a un hogar digno al salir. Es necesario que las administraciones se impliquen en la cuestión, garantizando que nadie que haya estado bajo su tutela termine durmiendo en la calle, como sucede actualmente.

Por este motivo, desde Arrels proponemos:

  • Crear un protocolo para garantizar que las personas presas, con documentación o sin ella, tengan un hogar digno al salir del centro penitenciario
  • Estudiar penas alternativas en casos de delitos menores
  • Aumentar el número de plazas residenciales para las personas que salen en libertad
  • Crear recursos específicos para las mujeres que se encuentren en esta situación de doble vulnerabilidad

 

Más información:
Lee el estudio De la presó al carrer. Un estudi sobre la relació entre l’estada als centres penitenciaris i la vivència de situacions de sensellarisme a Catalunya (en catalán).

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