Un millar de personas han venido a Arrels durante la pandemia para explicar que empiezan a vivir en la calle


Un hombre que tiene que dejar la pensión donde vive, una persona a la que han estafado y duerme escondida en una escalera de vecinos, un chaval que al cumplir los 18 años ha dejado de estar tutelado y ahora vive en la calle… Hasta 1.062 personas han venido a nuestro centro abierto desde el inicio de la pandemia explicando que empezaban a vivir al raso o que estaban a punto de perder su casa. Detectamos un aumento de la demanda de servicios relacionados directamente con causas estructurales del sinhogarismo.

A nuestro centro abierto llegan cada día personas que recientemente viven al raso o que pronto se quedarán sin casa y que buscan orientación sobre los recursos que existen en Barcelona que les puedan ayudar. Desde el inicio de la pandemia, hemos contabilizado a 1.062 personas, es decir, hemos asesorado a una docena de personas cada semana. Las hemos orientado un total de 1.277 veces y nos han expresado 2.228 demandas y necesidades distintas.

Las historias de estas 1.062 personas son diversas, pero todas tienen en común la falta de una vivienda estable y que los hilos que las sostenían se han roto o están a punto de romperse. Hemos conocido a personas que han pedido ayuda a los servicios específicos del Ayuntamiento y que no han encontrado respuesta o no reciben una respuesta rápida; también personas que empiezan a dormir en la calle, que han conseguido una tienda de campaña y se esconden en la montaña, que destinan el poco dinero que tienen a pagar noches de pensión, que se esconden en escaleras de vecinos, que duermen en sofás de amistades o que pasan su primera noche al raso caminando porque tienen miedo. Hemos orientado a jóvenes extutelados que, al alcanzar la mayoría de edad, se quedan en la calle; también a personas que salen de prisión sin alternativa residencial, y otras que necesitan ducharse porque al día siguiente tienen una entrevista de trabajo.

El 88% de todas estas personas son hombres y el 12% son mujeres. De media, tienen 43 años, aunque una de cada cuatro tiene entre 50 y 64 anys. Sabemos que el 24% tiene nacionalidad española y que el resto proceden de 79 países diferentes.

“A las personas que vienen a buscar orientación y explicar su situación les explicamo qué hay y qué no hay en Barcelona. Exponemos la realidad, que es la saturación de los recursos. Esto significa un impacto emocional muy grande y un acompañamiento en ese sentido. Porque hay que decirlo: no hay respuesta para estas personas”, afirma Ferran Busquets, director de Arrels.

 

Más demandas para acceder a servicios sociales, trámites y trabajo

La mayoría de las personas que orientamos en nuestro centro abierto expresan más de una necesidad. Acceder a servicios básicos de ducha y ropero son las demandas principales desde el inicio de la pandemia, en un 39% y un 32% de los casos, respectivamente. Contactar con servicios sociales es la tercera demanda más expresada (un 25%), seguida por la solicitud de información sobre alojamiento (un 18%) y por un espacio de consigna (otro 18%) donde poder guardar sus pertenencias y documentación.

Destaca el hecho de que, cada vez más, las personas que acompañamos necesitan una orientación general sobre la mayoría de los recursos existentes en la ciudad; si durante 2019 el 11% de las personas orientadas la necesitaron, desde el inicio de la pandemia ha sido el 17%.

En este sentido, ha crecido de manera destacada la demanda de servicios que están directamente relacionados con las causas estructurales que provocan el sinhogarismo, como el acceso a un trabajo digno y al sistema de protección social. En 2019, por ejemplo, el 19% de las personas que orientamos nos preguntaron cómo contactar con los servicios sociales especializados en la atención a personas sin hogar en Barcelona y, desde el inicio de la pandemia, ese porcentaje es el 25%. Es decir: una de cada cuatro personas que hemos orientado no sabía a qué servicio público dirigirse para exponer su situación.

También han augmentado las peticiones de ayuda para hacer trámites porque, desde la llegada de la pandemia, la mayoría se hacen de forma telemática. “La digitalización y los procedimientos telemáticos están complicando que las personas sin hogar puedan acceder a muchos trámites y después se suman las barreras administrativas. Esto dificulta mucho, por ejemplo, poder empadronarse e incluso pedir una cita previa”, comenta Ferran Busquets. Desde Arrels, intentamos facilitar este tipo de gestiones en algunos casos, ofreciendo apoyo a la persona en la gestión o facilitando el acceso a internet y ordenador para que la persona pueda hacerlo.

El acceso al trabajo también es una de las necesidades que más se expresan. En 2019, el 4% de las personas que orientamos desde nuestro centro abierto nos preguntaba sobre los servicios de búsqueda de trabajo, mientras que en la actualidad esta demanda la hace el 8%. El servicio de consigna es el recurso básico que más ha experimentado un aumento en la demanda: en 2019 lo pidieron el 12% de las personas que orientamos y, desde el inicio de la pandemia, lo han solicitado el 18%.

 

Necesidad de una respuesta transformadora

A las más de 1.000 personas que han venido a Arrels buscando orientación las hemos asesorado sobre los recursos que existen en la ciudad y su funcionamiento. En algunos casos también hemos intentado dar respuestas puntuales a algunas necesidades.

“A algunas personas les hemos ofrecido guardar su maleta y, sólo por ese pequeño apoyo, se han emocionado. Ofrecer una ducha puntual mientras la persona encuentra un servicio más adecuado donde poder ir de manera habitual es también una atención terapéutica. Son acciones de contención emocional, pero como ciudad deberíamos ir más allá y que las personas encuentren una respuesta útil y real a su situación”, añade Ferran Busquets.

Hacen falta políticas preventivas para que la gente no pierda su casa. También que cada municipio atienda a sus vecinos y vecinas sin hogar y una red pública de recursos fuerte y en la que todo el mundo pueda acceder a un/a trabajador/a social de referencia, porque las personas que llegan pidiéndonos orientación están a tiempo de vincularse a la red pública. A corto plazo, necesitamos más recursos básicos a los que estas personas puedan dirigirse directamente y que sirvan para establecer vínculos con ellas y conocer sus necesidades; así como espacios de acogida nocturnos y de baja exigencia en cada barrio de la ciudad donde las personas se sientan seguras y puedan descansar.
 

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